lunes, 2 de febrero de 2009

JUANETES


No es que tenga varios amigos que responden a éste nombre…me refiero a la inflación (sinovitis) del recubrimiento óseo (sinovia) de la articulación situada entre mi dedo gordo del pie con los huesos del pie (articulación metatarsofalángica). Desde pequeña me han martirizado, sobretodo el derecho, que mas de una vez ha despertado el deseo de cortármelo a lo Cuntaquinte.
Por lo visto era genético, me lo dijo mi madre un día, que se había enterado por no se que vecina… ya ves tú, como en Vallecas tenemos tantos vecinos médicos, cualquiera pudo ser… Aclaro el suceso en cuestión. Lo que ocurría en realidad es que aunque yo ya tuviese cierta edad ya para vestir como una muñeca de porcelana, mi madre quiso mantener esa visión lo máximo posible, lo que hizo que con casi un 37 de pie, mi madre iba al corte ingles y hacia que las dependientas moviesen cielo y tierra para encontrar las dichosas “merceditas”. Por más que le dijeran que esa talla ya era de adulto, mi madre insistía y como cuando se pone terca no hay quien la pare, siempre acababa con unas nuevas (lo mismo se las hacían en la trastienda para no escucharla).Lo que yo recuerdo de todo aquello, era a mi hermano descojonado de la risa y yo protestando porque con mi talla de pie, parecían unos zapatos de payaso.

Y los castellanitos… madre mía. El día que viene con ellos y la digo: muy bonitos, pero de mi talla sería mejor… contestación de mi madre que aun hoy me la dice: “uy, esta talla te queda mejor en el pie!”. Lo que ya no se, es si tenemos algún antepasado chino por lo que mi madre intentaba ponerme zapatos mas pequeños o porqué. El caso es que metió los castellanos en el congelador unos días y una mañana me dijo: “¡póntelos, que de camino al colegio se han dado de sí! Me lo ha dicho la vecina que se ceden”. Entonces no lo se lo dije, pero es que era para haberla recordado que la vecina se calzaba en el rastro con calzado de plástico (que seguramente solo se ponía en bodas porque el resto del tiempo solo la veías con las zapatillas de estar por casa) y que lo que yo tenía en los pies, eran unos auténticos castellanos duros como la madre que los parió.

Asíque cuando ya me emancipé “zapatilmente”, decidí, aprovechando la moda de las botas Martins, que quería unas, lo que provocó la ira de mi madre y una visita al traumatólogo para que el médico me demostrase como esas “botancas!” no eran buenas para los juanetes… Pobrecita, la cara que se la quedó cuando el medico la dijo que lo mejor para el juanete era no aprisionarlo para que no crezca mas, sino darle espacio para que no duela, como era el caso de las botas que llevaba puestas.

Lo que me queda de aquello son recuerdos y un maravilloso juanete en cada pie que da gusto verlos, lo bien criados que los tengo! Y ahora cuando me duelen, les hablo como hace la gente con las plantas, pero yo solo les amenazo con buenas palabras: “ o dejais de doler o llamo a la Choco!!!!” y que conste que la llamo, pero siempre me dice lo mismo: ella, que me quede claro, es cajera del Carrefour, asíque ya me puedo ir quitando de la cabeza que es traumatóloga y menos aun operarme…tener amigas para esto!